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Cuidados capilares en el Antiguo Egipto
Victoria Ramos Berlanga | |
I.E.S. Guadaljaire (Málaga) |
Los antiguos egipcios eran muy cuidadosos con su aspecto físico y el cabello constituía para ellos una preocupación primordial. Ellos también fueron sensibles al profundo valor simbólico que el pelo ha tenido para las grandes civilizaciones.
Los modelos y formas que adoptaban formaban parte de la tradición y se mantenían inmutables sin sufrir los vaivenes de lo que hoy llamaríamos modas o tendencias. El papiro de Ebers aporta numerosas fórmulas para su
cuidado, y un gran número de los relieves y pinturas de las tumbas , templos y palacios nos muestran las formas que adoptaron.
Por regla general, los hombres preferían el pelo corto aunque según la posición social que ocuparan
adoptaban diversos estilos:
los altos dignatarios llevaron durante siglos pequeños rizos que cubrían las orejas y formaban una curva desde las sienes hasta la nuca.
Los sacerdotes debían afeitarse la cabeza y el vello corporal como gesto de purificación indispensable para acceder a los templos y a las ceremonias sagradas.
La figura del barbero era bastante popular y generalmente ejercía su oficio al aire libre. Al principio las hojas de afeitar eran de silex tallado y con mango de madera, pero ya en el Imperio Medio consistían en una fina hoja de bronce afilado y de forma trapezoidal.
En algunas pinturas aparecen nobles y dignatarios llevando barba. Este apéndice capilar parecía plantear a los hombres egipcios una contradicción: llevar barba era considerado, a la vez, signo de bajo nivel social y emblema de virilidad y potencia masculinas. Es por ello que a veces aparecen representaciones de dioses y faraones adornados con la falsa barba, un postizo trenzado y curvado en su extremo para los dioses, y más corta y ondulada para los faraones...pero siempre delgada y alargada, lo que iconográficamente podría interpretarse como un claro significante fálico.
La caída del cabello también era un mal que afligía a los varones del Antiguo Egipto. Los papiros médicos hablan de curiosas prescripciones para frenar esta pérdida y recomiendan variados emplastos que favorecerían un nuevo crecimiento en caso de ser seguidas con la frecuencia indicada.
El peinado de los niños consistió durante muchos siglos en un mechón de pelo que colgaba por encima de la oreja derecha y caía por el hombro. Este bucle se podía trenzar en su totalidad o no . El resto de la cabeza se afeitaba o se dejaba muy corto.
A la edad de diez años, coincidiendo con la circuncisión, este bucle se cortaba simbolizando el paso a la edad
adulta. Esta trenza lateral sigue siendo costumbre vigente en algunos pueblos africanos cercanos al río Nilo.
Las niñas también solían llevar el pelo corto, aunque en representaciones tardías también aparecen con trenzados y largos medios.
Algunas fuentes históricas hablan de plagas endémicas de piojos que afectaban principalmente a los niños .También los papiros médicos hablan de fórmulas específicas para combatirlas.
Las mujeres son representadas con una gran variedad de estilos que alternan los largos medios con los rizos y las largas cabelleras con recogidos de trencitas. A veces, estas se adornaban con abalorios, cuentas de colores o cintas. Generalmente las mujeres de clase alta eran representadas con pelucas (que siempre cubren la oreja) y tocados.
Al parecer algunas también se afeitaban la cabeza . Parece ser que en las épocas en las que arreciaban las plagas de parásitos, esta costumbre era común a todas las clases sociales.
A partir del Imperio Medio se hacen frecuentes las representaciones de mujeres con cabellos cada vez más largos, tanto en pelucas como en lo referente al pelo propio, pero las imágenes donde este tiene una forma más natural y adquiere más movimiento son siempre de servidoras y bailarinas, mientras que las mujeres de clase alta siguen vistiendo unos modelos más compactos y de apariencia más pesada.
Muchos textos hablan de la importancia del lavado del cabello , así como de la pureza del agua que había de emplearse para mantenerlo sano. La necesidad de mantenerlo suave y lustroso requería formulas diversas a base de aceites vegetales y animales, pero hubo también muchas otras para perfumarlo, desenredarlo, darle brillo y hacer desaparecer las canas y la caspa.
Los tintes a base de alheña (henna) fueron también muy utilizados , tanto por ellos como por ellas, para dar color , y por la creencia todavía hoy muy extendida entre los árabes, de que fortalecía y saneaba el pelo.
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